Hace
mucho, tiempo en una ciudad desconocida, una pequeña jovencita llamada Wendy
vivía con sus dos hermanos en una casita de madera. Wendy, cada noche, les
contaba historias a sus hermanos. A ellos les encantaba oír relatos fantásticos
y cuentos de otros mundos, pues imaginaban las historias como si las pudieran
vivir en carne propia.
Un
día Wendy les volvió a contar la historia de un niño que vivía en un lugar muy lejano,
un niño aventurero que vivía en el país de Nunca Jamás y que un día prometió no
crecer. A sus hermanos les encantaba ese cuento y cuando Wendy terminó, todos
cayeron dormidos soñando con sus hazañas junto al grandioso Peter Pan.
Lo
que ellos no sabían era que al leer su historia, invocaban su presencia. El
mismísimo Peter Pan, sentado en la cornisa de la ventana, escuchó atentamente toda
la historia y decidió entrar a conocer a los ocupantes de aquel hogar.
Wendy
despertó sobresaltada por un ruido, sus hermanos también despertaron y dieron
un fuerte grito al ver la sombra de un hombre en la ventana. Wendy corrió y
encendió la luz para ver mejor, entonces un hombre viejo, desdentado y fachoso
apareció en la ventana.
El hombre escuálido miraba con turbación y temor aquellos rostros que solo demostraban desagrado y espanto. La piel le forraba apenas los huesos y sus arrugas revelaban su vejez.
-¿Qué
es lo que buscas anciano? -dijo el más
pequeño de los hermanos.
-¡Solo
he venido a escuchar más historias, mi pequeño camarada! – le responde el viejo
casi cantando.
Wendy
aún no entendía como un hombre tan viejo podía haber trepado hasta su ventana,
la cual quedaba en el piso más alto de la pequeña casa.
-¿Cómo
es que has llegado hasta aquí? –le preguntó Wendy.
-He
llegado volando. –respondió el viejo
senil.
Entonces
empezó a dar algunas vueltas sobre el suelo, se agarró la cabeza como queriendo
recordar algo con mucho esfuerzo y cayó desmayado. Wendy y sus hermanos lo
recogieron y lo pusieron encima de su cama. Durmió tan solo unos minutos y se
levantó alarmado.
Empezó
a buscar entre los cajones de los niños, debajo de sus camas y encima de sus
cabezas pero no encontraba nada. Agarró entonces sus escasos mechones, se tiró
al suelo y empezó a llorar.
Wendy
sacó de su bata de dormir un beso, con cariño se arrodilló ante el anciano y se
lo dio. Él levanto su triste mirada, la observó con ternura y luego con
desprecio. En seguida se levantó del suelo y siguió buscando. Entonces se lanzó
hacia la mesita de noche de Wendy y de ella sacó un broche en forma de
mariposa.
El
hombre, sin más aliento, dejó caer su triste cuerpo de nuevo, las lágrimas
rodaban por su rostro, empezó a besar el broche y con nostalgia les dijo a los
niños:
-Mi
nombre es Peter Pan y buscaba a Campanita.
Al
momento quedó tendido en su quebranto y murió.
Los
niños, paralizados, observaron el cuerpo confundidos. Un fuerte viento pasó por
la ventana, ellos asomaron sus cabezas hacia la cornisa y encontraron la
escalera por la que el viejo había subido.
Cuando
voltearon a ver, el cuerpo se estaba desvaneciendo y mientras desaparecía, de
las manos del anciano, un hada salió volando.
FIN
Cuento al revés Peter Pan
Mol
Jueves 18 de agosto.

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